Una vez cada 10 años el Estado toca todas las puertas de la Argentina y pregunta cuánta gente vive en ese hogar, en qué condiciones lo hace y un par de cosas más. O sea, es como un timbreo, pero con valor sociodemográfico y sin cámaras de televisión. De hecho es muy importante que el censo sea anónimo, entre otras cosas, para que la gente responda la verdad. Este año, por primera vez en la historia, existe la opción de completar el censo digital, pero antes de acceder al formulario la página web nos pide que completemos dni, nombre, fecha de nacimiento, mail y dirección. Recién ahí nos genera un código que nos permite acceder al formulario del censo, lo que genera una pregunta obvia: ¿INDEC va a saber que soy yo quien responde el formulario? ¿El censo dejó de ser anónimo? ¿Manzur va a saber de qué material está hecho el piso de mi casa?
Para que vos no tengas que investigar, le fui a pedir opinión a especialistas y te resumo acá lo que me respondieron. Una de las voces públicas en contra de este formato fue Javier Smaldone, programador y consultor informático.
El problema es ese: hay que confiar en lo que diga el INDEC. ¿Qué garantía hay? ¿Por qué no se buscó otra forma? Nunca se pidió ese tipo de información, y hasta donde sabemos nunca hubo problemas para hacer un censo poblacional. No sé de ningún país que pida esos datos para el censo. Y un detalle adicional. El email que te envían como confirmación incluye un sistema de tracking (al abrir el contenido del email se carga una imagen transparente, invisible, que notifica a una empresa privada que hace tracking en la web, y al hacer un clic para ir al sitio del censo en el INDEC, se pasa por los sistemas de esa misma empresa). Y el sistema del censo usa Google Analytics. Y nadie se anima a dar una explicación de por qué.
Frente a estas críticas desde el INDEC nos dijeron:
Es una validación que hacemos en términos digitales para validar que una persona de carne y hueso, que existe, y que así lo elije, quiere comenzar el censo digital. Una vez que se valida que hay una persona del otro lado empieza formalmente el cuestionario digital. Esa primera pantalla sirve como validación para entrar y emula esa instancia presencial donde vos tocás la puerta y te abre alguien del otro lado. Esa instancia que en el censo real ocurre tenemos que emularla de alguna forma digital.
Pero si alguien quisiera empatar esos dos datos ¿no se podría?
No se empatan, porque es una pantalla temporal. Una vez que se valida avanza y recién ahí empieza el censo digital. No tenemos forma de emparentar un DNI con el censo definitivo.
Okey, Smaldone dice que no se puede confiar en INDEC y a la vez INDEC dice que aunque quisieran empatar los datos no podrían hacerlo. Veamos que nos dijo Sofía Santamarina, Politóloga (UBA), Magister en DDHH y Democratización (UNSAM), integrante de la Red de Politólogas #NoSinMujeres y especialista en participación política y ciencia de datos:
La verdad es que no hay forma de verificar que esos datos estén o no almacenados. De hecho, yo hice la prueba y cuando traté de cargar de nuevo mi DNI y mi mail no me dejó avanzar. Si bien no puedo asegurar que esos datos estén linkeados a lo que yo respondí, o cuánto tiempo van a estar almacenados en una base de datos, sigue habiendo una corroboración. Y lo que varios expertes señalaron es que como el censo se puede cargar en varias etapas -podés empezar un día y terminar al día siguiente- en algún lado están almacenados esos datos con el código que generaste con tu dni y tu mail. También surgieron algunos problemas por los trackers en el envío a los mails personales. Algunos expertos identificaron que los trackers eran de dominio de una empresa privada del extranjero, y también levantaron la voz de por qué no era el Estado que lo estaba haciendo con recursos propios, que si fuera estatal le sumaría una capa de confianza.
¿Creés que hubo transparencia en la información?
Si tantos actores tuvieron que hacer presentaciones, pedidos de acceso a información pública, es porque las cuestiones de seguridad no se habían explicado antes, ni públicamente ni en la página del censo, para que las personas especializadas puedan chequear esta información. Sólo está la leyenda para las personas de a pie, en la que tenemos que confiar que es cierto.
¿Te preocupa la posibilidad de que efectivamente se crucen estos datos?
Obvio, porque son un montón de datos sensibles, súper específicos e identificables de las personas que podrían ser utilizados para la segmentación de una campaña política, por ejemplo. Y más si, como dicen algunas organizaciones, hay empresas extranjeras privadas y no se sabe bien cómo almacenan esos datos ni la gobernanza que tiene el Estado por sobre esos datos. No sabríamos nada sobre el cuidado de nuestros datos personales. Aunque sea sólo el mail, puede ser usado para el marketing, campañas electorales, etc.
Entonces, en conclusión…
¿El Estado va a poder identificar respuestas individuales? No. Está bueno aclarar que el INDEC ya maneja muchos datos sensibles y cuenta con los protocolos suficientes para garantizar la protección del anonimato, protegidos por el secreto estadístico en la Ley 17.622.
Peeeeeero también es cierto que no se ofrecieron las garantías de confianza necesarias. El INDEC salió tarde a responder y muchas respuestas todavía no convencen. Esto es un problema porque siembra muchas sospechas. Pese a las denuncias de algunas organizaciones, que se multiplicaron en los últimos días (muchas de ellas llamando a esperar al censista para responder presencialmente), sobre el filo de este envío nos dijeron desde el INDEC que en el censo no intervienen empresas privadas, ni argentinas ni extranjeras. Hace ya varias semanas que vienen contando que se respaldan en la tecnología del ARSAT, pero todavía no hubo declaraciones oficiales que desmintieran categóricamente que esto pase en algún momento del proceso.
Para ser sincero, termino este newsletter más preocupado de lo que lo empecé. Si me preguntaban hace dos semanas qué opinaba del censo virtual hubiera minimizado las críticas, pero ahora estoy genuinamente preocupado (este hilo de DataGénero está re bueno para ampliar). No tanto por lo que pueda hacer el Estado, sino sobre su capacidad para proteger esos datos (hace unos meses, por ejemplo, hackearon la base de datos de Migraciones, le pidieron al Estado como 76 millones de dólares de “rescate” y al final se terminaron filtrando los datos personales de 25 mil personas).
Incorporar tecnología en el Estado siempre es bienvenido, pero esto no impide que podamos (y debamos) tener una mirada crítica sobre las formas de hacerlo. En este caso va a permitir hacer un censo más rápido, abaratar el costo operativo y debería volver mucho más fácil el procesamiento de los datos. Argentina no es el primer país del mundo en hacer un censo digital. Además, mucha gente joven va a estar respondiendo el censo por primera vez y mantener un censo abierto durante tantas semanas hizo que sea más fácil que más gente se familiarice con qué es un censo y por qué es importante. Lo podemos considerar una forma de participación ciudadana. Pero también hubiéramos esperado más transparencia y confiabilidad del INDEC.
¿Esto significa que no tenés que responder el censo online? No, tampoco tanto. Yo ya lo respondí, me pareció super ágil y entiendo que el balance general es positivo. Además, un poco de solidaridad con les censistas. Le pregunté a una censista qué opinaba y me dijo:
La verdad es que lo del censo digital es un golazo, es genial. Nos va a economizar un montón de tiempo. Ayer hicimos un recorrido previo que ya estaba estipulado y de los 10 hogares que me contestaron, 8 ya habían hecho el censo digital. Esperamos que ese día haya la mayor cantidad de censos digitales posibles.
Igual, si te sentís más comode, obvio que podés esperar al censista en tu casa.
El Estado va a tener cada vez más datos nuestros (al igual que todas las empresas). Esto es una oportunidad para gobernar mejor pero también un riesgo para la protección de nuestros datos personales. Hace algunas semanas, por ejemplo, se supo que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hizo 9 millones de consultas sobre datos biométricos que no le corresponden. Entonces ¿Nos importa que usen nuestros datos? ¿Estamos dispuestos y dispuestas a entregarlos? ¿Quién vela por la protección de esa información? La discusión sobre este tema en América Latina todavía está muy verde, y necesitamos la vigilancia activa de una sociedad civil que, hasta el momento, pareciera estar aceptando todos los términos y condiciones sin detenerse a leer la letra chica.
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